miércoles, 14 de abril de 2010

LA GRAN BOCA

Estaba desayunando una cerveza. Llamaron al teléfono. Debió sonar como unas cien veces. Finalmente despegué el auricular: era Laura. Respondí.
-¿Sí?
-¿Tú me consideras una amiga?-preguntó ella.
-¿Qué?
-Ya lo has oído y creo que la respuesta es NO. ¡Los AMIGOS se llaman por teléfono y hablan ! ¡Los AMIGOS no sólo follan sino que también quedan para ir al bar a tomar una cerveza! ¡Los AMIGOS se cuentan sus cosas y son sinceros y no se quieren porque uno se ha quedado sin dinero para comprar tabaco!!
¡ Los AMIGOS SIEMPRE tienen aunque sea cinco minutos para llamar y preguntar ¿cómo estás?!
Me soltó todo esto durante diez minutos, todo el tiempo. Sólo decía eso y vocalizaba mucho, supongo que era para que la entendiera bien.
En realidad tenía razón: no la había llamado en ocho o nueve días, pero también era verdad que no la consideraba una amiga. ¡Sólo la conocía hacía dos meses! Ya estaba empezando a pensar que era una chiflada o algo así. Mientras dejaba que soltara por teléfono su discurso habitual, me puse a reflexionar sobre el comienzo de nuestra relación.
Empezó todo por una equivocación, dos meses atrás. Me vio en el andén del metro, cagándome en todo: me cagaba en el transbordo, me cagaba en el conductor del metro, me cagaba en una vieja que no paraba de mirarme...
Finalmente se acercó y me dio un cigarrillo. Creo que realmente lo necesitaba. La diarrea se esfumó. Empezó a hablarme:
- Deberías follar más. Estás muy agresivo. Seguro que hace más de dos semanas que no follas. ¿A qué acierto?
Tenía razón: sólo se equivocó por una semana. Hacía tres que mi chica me había dejado por otro culo después de ocho cálidos meses.
Yo no le respondí y dejé que el metro se fuera sin mí. Podía ser una oportunidad.
Siguió preguntando, siempre estaba preguntando, casi nunca afirmaba nada.
- ¿Te gusto o voy a ser una de esas chicas a las que tienes que mirar dos veces para auto convencerte de que: “bueno... no está tan mal, y al fin y al cabo yo estoy TAN solo...”
Yo no sabía eso de mí pero creo que acertó: lo segundo. Sin embargo respondí:
-Eres lo único en que sería incapaz de cagarme hoy.
Así que me agarró del brazo y cogimos el metro.
No era mi tipo, es decir, no era como mi ex novia, pero tenía una GRAN boca. Supuse que algo se podría hacer con aquello.
Lo siguiente que supe es que estaba en su apartamento. Yo no había dejado el mío, simplemente, lo había abandonado un tiempo. Llevaba con ella tres semanas. Con ella, con su perro, su loro, su cama y el resto de sus muebles.
Me cuidaba muy bien, yo no hacía nada y ella llegaba de trabajar y se ponía a preguntar, le encantaba preguntar. A ella le bastaba con un beso y con que le contestara siempre que sí. Trabajaba en una panadería y siempre llegaba más o menos a las ocho y media, con bollitos calientes y un paquete de tabaco. Eso era lo mejor del día: lo de los bollitos y lo que pasaba después: realmente SÍ que acerté con su boca. Ohh! ¡Qué GRAN boca!
-¿Has sacado a pasear al perro?-preguntó.
-Sí.
-Ya sabes que necesita correr un poco todos los días, tiene que estar ágil.
-¿Te ha molestado mucho la bruja de al lado hoy? No le hagas caso está un poco loca. Todos lo están.
Se refería a los vecinos y francamente tenía razón. Había uno que se pasaba la vida fuera de su apartamento, en el rellano, picando el ascensor. Cuando subía alguien, él esperaba a quien fuese sólo con sus calzoncillos y su gran barriga peluda. Cuando se abría la puerta, allí estaba él: simplemente riéndose. Luego se ponía muy serio, como si fuera a llorar y se metía corriendo en su apartamento. Él y su gran barriga peluda. A mí me lo hizo un par de veces, pero tampoco me molestaba demasiado.
Así que estuve allí con Laura un mes y medio, y no me podía quejar, realmente no podía hacerlo... por eso me largué. Echaba de menos mis diarreas, llevaba mucho tiempo usando supositorios de glicerina. Así que la dejé allí con su perro, su loro, su cama y el resto de sus muebles.
Había dos cosas que dejaba con una cierta tristeza: el perro y su GRAN boca. Los polvos tampoco estuvieron mal... lo cierto es que no me podía quejar, no.
Volví a mi apartamento y al olor a cerrado. Me gustaba aquel olor.
Durante la semana siguiente la llamé un par de veces y seguimos follando también un par de veces, pero luego, se acabó. No pensé en llamarla más. Pero creo que ella no supo ver que había bajado el telón y continuó llamándome. Dos semanas. Dos semanas llamándome todos los días y como de costumbre, sólo preguntaba.
- ¿Cómo estás?, ¿Me echas de menos?, ¿Me quieres un poquito? El perro está triste sin ti... y yo también. ¿Podemos ser al menos amigos?
Finalmente respondí que sí, que podíamos ser amigos, pero creo que se lo tomó demasiado en serio. Lo digo por lo de las llamadas. Durante esas dos semanas me estuvo soltando el mismo rollo de: “ me-consideras-una-amiga . Los-AMIGOS-se –llaman-por-teléfono...” todo eso. Un día incluso se puso a llorar y a llamarme HIJO DE PUTA, y que no tenía sentimientos y que ella me quería y que lo había hecho TODO por mí...
Yo, nuevamente, le dije que tenía razón pero que no podía ser. Puede que fuera verdad que no tuviera sentimientos... o quizá sí, porque prometí llamarla a la semana siguiente, y lo iba a hacer, por el rollo de la amistad y eso, pero de nuevo se adelantó.
Allí la tenía otra vez al teléfono, sollozando. Yo ya iba por mi sexta cerveza de desayuno. Ella había estado hablando durante... no sé...había perdido la noción de tiempo pensando en los últimos dos meses. Finalmente me despertó de mi letargo:
-¿Puedes contestarme de una vez? ¡¡¡ Llevo dos horas hablando sola!!! ¿Ni siquiera tienes un rato para una amiga, no?
-Sí, para una amiga sí.
Colgué. Creo que me pasé. Me sentí un poco mal, pero supuse que ya se me pasaría.
Pasaron tres meses después de aquella llamada. Al fin: NADA. SILENCIO. Daba igual, de nuevo estaba solo, en mi apartamento, cagándome en todo. Necesitaba tabaco, pero no tenía a Laura.
Un día la vi con aquel tipo en un bar. Yo estaba solo y ella no me vio. Cuando se fue al lavabo me acerqué al tipo y le dije:
-¿Cómo está el perro?
-¿Qué?- respondió él.
-Realmente te llevas una de las mejores bocas de la ciudad.
Me fui. El tipo se me quedó mirando. Se levantó y se dirigía hacia mí cuando llegó Laura. Ella siguió sin verme. Yo sí que la vi. Iba con un paquete de tabaco y un cigarrillo en su boca.
Finalmente se sentaron y bebieron de sus cervezas. Yo me marché pensando en aquella GRAN boca.

2 comentarios:

  1. Un relato excelente, me he llevado una grata sorpresa al leerlo, enhorabuena ya tienes un seguidor más. Un saludazo

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  2. Muchas gracias. Te agradezco el apoyo y más aún teniendo en cuenta que no tengo mucha experiencia. Un saludo!

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